Han pasado ocho años, he llenado bitácoras y cuadernos enteros dando registro a aquello que no podía decir. Muchxs crecen bajo el precepto de que si no tienes nada bueno que decir, entonces no digas nada, y lamentablemente decir "lo bueno" sólo es bien visto cuando posees algo que lxs demás desean... Así crecemos reprimiendo lo que despreciamos y deseando el "bien ajeno" . En esta carta de cosas que odio comenzaré por eso mismo: una educación donde la comparación es el único odio aceptado y lamentablemente no reconocemos la autenticidad de nuestros desagrados.

¿Qué ocurre cuando manifiestas tu desagrado en la comparación con otrxs cuando eres artista? Te reprimes, tu arte suele ser insípido ante la intención de encajar unas emociones aprendidas y valoras un falso virtuosismo que destruye las capacidades de crear. De todas formas no necesitas ser artista para vivir castrado: cada vez que nos disgusta algo sólo por el mero hecho de que es rechazado socialmente, castramos nuestra potencialidad.